La evaluación
debería estar enfocada siempre a que el estudiante vaya teniendo logros
significativos con ayuda tanto de sus maestros como de sus padres a los largo
de su vida escolar. La relación de maestros y de alumnos siempre ha de ser
cordial, de empatía, de amistad; el maestro es quién debe establecer una
relación de iguales con su debido respeto entre uno y otro, porque ya se ha
comprobado que si el alumno siente al maestro cercano, su rendimiento académico
puede prosperar a grandes dimensiones.
El maestro es
quién ha de orientar al alumno en torno a sus evaluaciones, ayudarlo a
descubrir cual es su mejor estilo de aprendizaje, hacerle sentir que los
errores se tienen que convertir en aciertos, dándole nuevas oportunidades para comprender, analizar o reflexionar creándole con
esto, una certeza para motivarlo y seguir adelante desarrollando sus competencias.
El aprender ser
puede guiar al alumno a reconocerse como persona valiosa, útil, inteligente,
eficaz, que tiene mucho que dar a su familia, a sus maestros y por lo tanto a
la sociedad, porque su actitud como una mejor persona puede ir en busca de sus
sueños, ideales, metas, cambiar su destino y los de los demás.
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